Cajón de Sastre

El rincón de la memoria

miércoles, noviembre 26, 2008

Diario finés

Introducción:

En una fría noche de agosto me dispongo a escribir este diario, sin ningún tipo de pretensión literaria quiero reflejar lo que a lo largo de cuatro meses van a ser mis vivencias y experiencias en este lugar llamado Helsinki. Intentaré que sea lo más continuo posible y que esté aderezado con fotografías para amenizar una lectura que sirva para el recuerdo de este viaje.

Como compañeros un ordenador portátil, un discman con el “Symphony Of Enchanted Lands II” y una botella de agua, me dispongo a relatar el pasado, presente y futuro de mi odisea:

25 – 27 de Agosto:

Los primeros 3 días de mi pequeña aventura han sido tan largos y estresantes que apenas he tenido tiempo para respirar, es por ello que no he podido, salvo ahora, ponerme delante del ordenador a escribir. Por tanto en las siguientes líneas intentaré resumir, en la medida que pueda, todo lo que han supuesto mis primeras horas en tierras escandinavas.

Era ya media tarde cuando, tras despedir entre una mezcla de emoción, nostalgia y tristeza a nuestras familias, Paco, Alfredo, Vanesa, Miguel y yo nos encaminamos hacia un avión de 200 plazas rumbo a lo desconocido. Rugieron motores y estábamos en el aire, a miles de kilómetros sobre las cabezas de todos aquellos a quienes amamos, odiamos o, simplemente, ignoramos. Tras poco más de 4 horas, muchas risas, una extraña cena y un azafato de la otra acera (que sonreía demasiado hacia dónde estábamos sentados nosotros) arribamos a nuestro destino. Cosa rara en este tipo de viajes, no se perdió ninguna maleta (sólo un móvil y unas gafas de sol) y nos encontramos con nuestros tutores, dos chicas rubias que hablan demasiado inglés. Allí conocemos a tres personas más, Salva (malagueño), Paco (mexicano) y otro español que estudiaba en una universidad diferente a la nuestra y del cual no llegué a conocer el nombre. Unos cuantos intentos de comunicarnos y vuelven las risas, tutoras desesperadas y alumnos despistados (“My tutor is Eva”). Un poco apretaditos conseguimos meter a nueve personas y muchas maletas en una furgoneta de siete plazas. En 20 minutos llegamos a nuestro primer destino: Opas, la calle de tres de los nuestros. Despedimos a Salva que ocupa un edificio diferente al nuestro y, cómo no, quedamos Alfredo y yo para afrontar solitos nuestro primer reto: conseguir encontrar nuestros respectivos pisos, subir las maletas y comer algo, con el esfuerzo añadido que supone esta tarea cuando uno está meándose. A duras penas nos instalamos y a dormir….

Aquella noche, todos nos dimos cuenta de que intentar dormir con algo más que una camiseta en una casa finesa puede ser una buena terapia para reducir peso. Como no, tanto Alfredo como yo nos despertamos tarde y llegamos con tres horas de retraso a la primera toma de contacto con nuestra nueva universidad. Descubrimos que los fineses comen a las 12 de la mañana (11 en España) y que si no, no comes…eso sí la comida baratita…los menús de 5 euros, por ser estudiante, quedan reducidos a 0’60 euros…¡¡ALGO BUENO DEBÍA TENER FINLANDIA!!

Nos encontramos con Vanessa, Paco (a partir de ahora siempre que nombre a Paco me referiré al español publicista homosexual y travelo :) ¡¡yo también te amo!! y al mexicano lo llamaré Francisco, por no confundir al lector XD) y Salva y conocimos a dos nuevas chicas, Cristina (navarrica) y Teresa (San Sebastián).

Una vez comidos, por fin tengo el placer de conocer a la tutora de Paco, Kattie, con la cual vamos a tener una dura tarde en la que todos llegaremos a odiar un poco más la burocracia, y en la que nos sorprenderemos al saber cuántos fineses hablan español. Nos hicimos las travel card (no confundir, bajo ningún concepto, con la condición sexual de Paco) para viajar por Helsinki en tren, ferry, tranvía, bus y metro durante un mes. Compra de móvil por parte de Alfredo y nos topamos con nuestro primer problema: ¡¡MIGUEL NO HA DADO SEÑALES DE VIDA EN TODO EL DÍA!! Preocupados por él nos encaminamos a su casa, situada a las afueras de Helsinki, los siete (Paco, Salva, Cristina, Alfredo, Vanesa, la paciente tutora Anu y yo) y descubrimos que vivía mejor que nosotros el muy…. En un bungalow de cuatro habitaciones ocupado sólo por él y una húngara….y el tío feliz. Se nos une y partimos hacia Pasila (el barrio dónde vivimos la mayoría de nosotros) dónde nos disponemos a vivir nuestra segunda noche finesa. Una buena cenita en casa de Alfredo con jamoncito, lomo y queso manchego y a dormir…

El viernes nos despertamos a tiempo (¡¡menos mal!!) pero llegamos tarde (…como siempre…) a nuestra segunda jornada de orientación en Helia, asistimos a una aburrida charla impartida por una borracha finesa y partimos para descubrir que las salas de ordenadores en Finlandia son cojonudas, todos los PC’s con pantalla TFT y conexión de tropecientos megas. Comemos y nos enfrentamos a otra tarde angustiosa, debemos hacer la matrícula. Tres sujetos, alicantinos y publicistas, delante de otros tantos ordenadores intentando hacer un horario que no les impida tocarse los huevos…ardua tarea...y como era de prever no lo consiguieron, hay que madrugar e ir a clase los viernes por la tarde, la eterna cruz del estudiante.

Después de muchas horas delante de la pantalla, alguna discusión, muchísimas risas, una visita a http://www.jovenzitas.com/ de rigor una vez descubierto que en las salas de ordenadores finesas hay impresoras que te dejan imprimir lo que quieras (pensad mal y acertareis) y un técnico informático finés que se puso a hablar con nosotros como Pedro por su casa (algo muy poco habitual en esta gente, por lo que hemos visto hasta la fecha), hacemos un horario medio decente y nos vamos a casa a organizar nuestro primer botellón nórdico en casa de Alfredo (el “pobre” lleva tres días viviendo solo). El botellón resultó épico, conocimos a tres nuevos españoles (un chico y una chica de Bilbao y otro chico de Barcelona, lo siento pero ahora mismo no recuerdo sus nombres). Pero lo más espectacular de la noche fue cuando a Vanesa se le ocurrió traer a tres búlgaros a nuestra fiesta (uno de ellos era mi compañero de piso)…en fin, los tíos eran impresionantes, se escupieron entre ellos, bebieron vodka como agua, uno de ellos le tocó el culo a Vanessa porque sí…GRANDIOSO. No menos espectacular fue el pedo de Paco, estableciendo un nuevo record mundial: decir más tonterías por segundo (cuando va sobrio no cambia demasiado, todo hay q decirlo...). A pesar de todo, nos lo pasamos muy bien y nos fuimos a dormir un poco más felices.

Mis impresiones generales sobre estos primeros días son variadas: en lo que respecta al idioma, he comprobado que lo hablo y entiendo muchísimo mejor de lo que pensaba, he servido de traductor en muchas ocasiones tanto para Paco como para Alfredo, que aún no dominan demasiado el listening y les cuesta arrancarse a hablar. El lugar es precioso, bosques y lagos para dar y vender, una ciudad sanísima, para nada contaminada, muy poco tráfico. Los fineses son un poco fríos, aunque suelen ser muy buena gente, pacientes y serviciales. En cuanto a mi estado de ánimo pues ha sido variable en estos días, ha habido un par de bajones, sobretodo durante la noche que me encuentro sólo en mi habitación sin nadie con el que comunicarme (el búlgaro no habla demasiado y además el martes se pira), pero espero que se solucione todo el día 1 en el que se supone que entrarán mis dos compañeros definitivos de piso. Aunque, sin ningún tipo de duda, lo más importante de estos días ha sido un descubrimiento que hicimos el jueves por la tarde: ¡¡EN HELSINKI TAMBIÉN HAY ECUATORIANOS!! …ya me puedo morir tranquilo…:)

Sábado, 28 de agosto:

Para la mañana de este día había programado un viaje a IKEA a comprar mobiliario para el piso, pero como he tenido suerte y en mi habitación dejaron edredón y almohada pues no necesitaba ir, así que tanto Paco como Alfredo y yo aprovechamos para dormir un poquito más y comer tranquilamente.

A las 14:00 hemos partido hacia la Isla de Suommelinna, otro de los viajes programados por KANTO (la organización de estudiantes que se encarga de las jornadas de bienvenida y de proporcionar tutores a los alumnos). Para llegar a esta isla es necesario coger un ferry que, desde el puerto de Helsinki, tarda unos cinco minutos. La zona está compuesta de cuatro islas, todas conectadas mediante puentes. Fue la última fortaleza que defendió Helsinki del ataque de los suecos, que acabaron conquistándola. Paco tenía hambre, pues con la resaca no había comido nada, así que le acompañé a un supermercado de la zona y nos separamos del grupo principal de estudiantes erasmus y de todos nuestros viejos y nuevos compañeros españoles. Así que los dos solos (salvo un tramo en el que nos acompañó una francesa de bonitos ojos verdes) descubrimos las dos vertientes de esta isla. Por un lado, todo el entramado militar: fortalezas, mazmorras, cañones, guerreros, escudos, espadas…y por el otro lo más sorprendente de todo: uno de los lugares más bellos que he tenido oportunidad de ver en mi vida. Rocas, mar y un colorido entre el gris y el verde te dan la oportunidad de presenciar la ciudad de Helsinki desde una cierta distancia y de descubrir lo distinta que es, en todos los sentidos, Finlandia de España. El respeto por la naturaleza, por su conservación, paisajes sólo antes imaginados por mí, de ensueño. Si hay una palabra que resuma lo observado esta tarde es belleza. Como anécdota comentar que hemos sido víctimas en varias ocasiones de los imprevisibles cambios de tiempo y hemos acabado mojándonos unas cuantas veces.

Sobre las 18:00 nos hemos dirigido hacia el ferry de nuevo, dónde hemos encontrado a nuestros amigos. Una vez en Helsinki, vuelta a Pasila, cena en casa de Alfredo, dónde algunos se han decidido a bajar al centro a visitar pubs y otros hemos preferido visitar nuestras habitaciones para descansar (y escribir, en mi caso).